Nos encontramos en un momento de incertidumbre en el que parece crucial poner sobre la mesa la importancia de agilizar la transición energética, con el fin de dar paso a un nuevo concepto de desarrollo sostenible en ciudades y municipios, donde se aseguren a la par, el bienestar social y el respeto al medioambiente.
Parece evidente que el constante avance de las energías renovables ha traído consigo un cambio de paradigma en la obtención de energía, ofreciendo alternativas más limpias y eficientes, como la energía solar fotovoltaica. Sin embargo, aún queda un gran esfuerzo por hacer para conseguir optimizar la eficiencia energética de las instalaciones y alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible; todo ello sin olvidar el importante papel que juegan en este proceso la concienciación social y la educación en temática de sostenibilidad, energías alternativas y medioambiente.
¿Qué entendemos por Smart Cities?
Los núcleos urbanos más poblados albergan un mayor crecimiento económico, ofreciendo generalmente más oportunidades y una mejor calidad de vida; sin embargo, también son estas zonas donde se registra un mayor número de emisiones de gases de efecto invernadero; donde mayor demanda de recursos existe y donde más cantidad de residuos se generan.
Esto trae consigo la saturación de las ciudades y un empobrecimiento paralelo de las áreas rurales, donde los recursos son insuficientes y el desarrollo se ve ralentizado por la desinformación o la falta de medidas políticas y económicas. Por lo tanto, resulta importante equilibrar estas desigualdades, con el fin de garantizar un bienestar social perdurable y que a su vez, coexista con el avance hacia la transición energética.
El concepto de Smart Cities o ciudades inteligentes ha nacido como respuesta a los problemas que se prevén en un futuro próximo, en el cual alrededor del 80% de la población mundial se concentrará en grandes ciudades. Estos municipios se caracterizan por emplear las tecnologías de la información y comunicación para optimizar los recursos y mejorar los servicios ofrecidos a sus ciudadanos, de forma que exista un equilibrio entre calidad de vida y respeto al medio ambiente.
Los objetivos que persigue una ciudad sostenible son:
– Reducir las emisiones de CO2.
– Promover el desarrollo sostenible y el ahorro energético.
– Optimizar la eficiencia energética en infraestructuras e instalaciones.
– Promover un ciclo cerrado en el uso de recursos.
– Educar a la población en materia de sostenibilidad y medio ambiente.
– Garantizar la seguridad ciudadana y el abastecimiento de recursos.
– Promover el reciclaje.
– Generar y conservar espacios verdes.
Medidas para avanzar hacia la transición energética
Ya existen innovadores y ambiciosos proyectos de Smart Cities en ciudades como Copenhague, Estocolmo, Berlín, Barcelona o Madrid, que empiezan a materializar esta idea. Entonces, ¿Cuáles son los pasos a seguir para hacer de estos proyectos una realidad en más lugares?
Para ello, hay que analizar aquellos aspectos comunes que reúnen las ciudades sostenibles. Lo principal que debe tenerse en cuenta es el desarrollo de un sistema de gestión de la energía eficiente y funcional que contemple distintos puntos como:
– Transporte público que use energías limpias.
– Medidores inteligentes de consumo eléctrico.
– Puntos de recarga de vehículos eléctricos.
– Gestión sostenible del agua.
– Alumbrado público con lámparas LED.
– Proyectos de edificación sostenible.
– Incentivación de la energía solar de autoconsumo.
Uno de los pilares de las Smart Cities es mejorar la calidad de vida de sus habitantes, armonizando su relación con el entorno en el que viven. Por ello, algo importante a tener en cuenta en estos proyectos es la involucración de la población en todo el proceso, haciéndola conocedora de los sistemas de gestión y las medidas a tomar para que participe activamente con su opinión e iniciativas.
El papel de la energía solar fotovoltaica en el desarrollo sostenible
Al hablar de la energía solar a todos nos viene a la mente una energía limpia, barata y que ya es una realidad instaurada en muchos países como lo es en España. Pero, sin embargo, no todo el mundo lo contempla como una solución factible o de confianza. Es importante considerar el consumo doméstico a la hora de proponer medidas efectivas en una ciudad o municipio en materia de eficiencia energética, pues éste supone un porcentaje significativo de la demanda eléctrica de un país.
Incentivar a la población a instalar placas fotovoltaicas en sus casas puede ser una medida efectiva, entre otras, para conseguir que cada vez un mayor número de la energía generada proceda de fuentes renovables. Además, es un tipo de energía que también puede contribuir al desarrollo sostenible de las regiones rurales, pues permite la descentralización y el autoconsumo sin necesidad de depender de grandes centrales eléctricas.
La gestión eficiente de los recursos energéticos de una vivienda – desde los materiales con los que se construye, hasta la forma de calentar y gestionar el agua; o los electrodomésticos que se instalan – puede producir a largo plazo un impacto positivo a mayor escala, que contribuya al crecimiento y al bienestar social, sin comprometer con ello al medio ambiente.
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